Cuaresma, Semana Santa y Pascua..., ¡vaya 2 meses de cocinar cosas ricas hemos pasado! Tenemos una excelente gastronomía en nuestro país para estas fechas, pero en las redes sociales "gastronómicas" nos bombardean con recetas de aquí, y de allá...
Hace unas semanas escuché a Ibán Yarza hablar de los Semlor: unos bollitos que deben de estar de muerte, que se elaboran en Suecia en temporada de Cuaresma (los tengo que hacer aunque sea en agosto). Si queréis salibar a tope buscadlos en Google. Es un bollo suave relleno de mazapán y nata montada y decorado con azúcar glass. ¡Casi nada!
El caso es que después de ver tanto bollo sueco me puse en "modo repostería nórdica", que es tan apetecible y a la vez desconocida para mí: bollos, galletas, bizcochos, mantequillas, especias, bayas... Todo un delicioso mundo por descubrir.
De la mano de Brontë Aurel y su libro "Scandikitchen - Fika & Hygge" encontré una receta de galletas danesas que no sé por qué se me antojaron. Pegué el salto del sofá y dije "Manos a la obra, éstas caen hoy".
Son relativamente sencillas de hacer y riquísimas. Es más, son calcadas a las galletas danesas de lata: igualitas. No las comía desde pequeña y me transportaron a ese momento de abrir la caja y verlas todas ahí en sus papelitos blancos y pensar: ¿cuál cojo? Aunque vaya dilema tonto, porque todas sabían igual.
La única dificultad que tienen es que la masa es bastante consistente, por lo que os recomiendo (también lo dice el libro) usar una manga pastelera de tela (no de plástico), una boquilla rizada que sea ancha, poner poquita cantidad de masa en la manga (para poder apretar más fácilmente) e irla rellenando, y unos buenos brazos o alguien que os eche una mano. Cuanto menos fría esté menos costará manejarla.
Otra opción que nos da el libro es hacer un rollo y cortarlas con cuchillo. Si no queréis complicaros este puede ser otro método, pero no sé cómo saldrán, yo no lo he probado.
Pues venga, aquí las tenéis. Espero que os gusten
INGREDIENTES (para unas 50 galletas, aunque dependerá mucho del tamaño que le deis):
- 1 Vaina de Vainilla o un sobre de Azúcar Vainillado
- 250 grs. de Azúcar
- 250 grs. de Mantequilla fría (cuanto mejor sea más ricas estarán las galletas)
- 325 grs. de Harina
- 1 pizca de Sal
- 1 cucharadita de Levadura
- 75 grs. de Almendra en polvo o Harina de Almendra
- 1 Huevo
- 50 grs. de Almendras en cubitos (o partidas en trozos pequeñitos)
En un robot de cocina, KitchenAid o similar (o a mano si no tenéis), mezclamos la harina con la mantequilla, la sal, la levadura, el azúcar vainillado (casero o de sobre). Quedará una textura homogénea y granulosa.
Añadimos la harina de almendras y el resto del azúcar. Seguimos mezclando. Ahora añadiremos el huevo y la almendra troceada. Volvemos a mezclar. Debe quedar una mezcla uniforme y suave.
Precalentamos el horno a 200ºC.
Ponemos una parte de la masa en la manga pastelera con una boquilla rizada grande, y la "amasamos" una vez dentro para intentar que se suavice y poder sacarla más fácilmente. Sobre una bandeja de horno ponemos una lámina de papel de horno, teflón o tapete de silicona para hornear (a mí me dió para 3 hornadas). Con paciencia sacamos "churros" de unos 10 cm. y enrollamos dando forma de rosquilla. Dejamos espacio entre ellas pues crecerán algo en el horno.
Enfriar en la nevera o el congelador un rato antes de hornearlas para que entren en el horno frías y mantengan lo mejor posible el aspecto rizado.
Horneamos a 200ºC con calor arriba y abajo entre 8-10 minutos (depende de vuestro horno).
Sacar del horno y dejar enfriar sobre una rejilla cuando podamos manejarlas sin quemarnos (recién sacadas, cuando están calientes, pueden partirse si las movemos).
Conservar en una lata. Las mías llevan una semana y están como el primer día.